En la cultura islámica la higiene del cuerpo era considerada como un acto de purificación religiosa.
Los árabes heredaron de la cultura romana el amor por las termas e hicieron de estas un punto de encuentro social, hombres y mujeres disfrutaban de sus servicios delimitados por rigurosos turnos de uso.
Los baños contaban con diferentes salas, el aroma y la iluminación contribuía a disfrutar de toda una experiencia de relax.
En la Córdoba musulmana existieron mas de 600 baños públicos, pasada la época árabe y llegada la cristiana esta costumbre desapareció debido a verse como un acto impúdico e indecoroso.
Baños Árabes de Al-Andalus
La primera sala que encontramos en los baños árabes es el vestuario, donde había armarios, perchas y otros enseres para que el usuario pudiera dejar sus ropas y prepararse para la entrar en las salas de los baños, propiamente dichas. El vestuario se completaba con instalaciones de letrinas.
A continuación se disponían tres salas que eran las destinadas a proporcionar diferentes temperaturas al cuerpo con el fin de hacerlo sudar, activar la circulación sanguínea, eliminar toxinas y tonificar:
- Sala de agua fría. Llamada bayt al-baryt, que era equivalente al frigidarium romano.
- Sala de agua templada o bayt al-wastani, como el tepidarium romano.
- Sala de agua caliente o bayt al-sajun: cumplía similar función al caldarium romano.
Junto a la sala de agua caliente existía un horno y una caldera para calentar el agua que circulaba bajo el suelo.
La sala principal de cualquier baño, que ocupaba el centro de las instalaciones, era la correspondiente al agua templada (bayt al-wastani). Es también la estancia más grande, y donde la gente pasaba mayor cantidad de tiempo. En esta sala central, a la que se accedía tras pasar por las salas de masaje o sudoración, se descansaba, se bebía o se daban los últimos retoques de maquillaje o peinado.
Arquitectura
La arquitectura de los baños árabes fue bastante homogénea como se comprueba al comparar los que nos han llegado en buen estado de conservación. Las instalaciones se disponían en salas cuadradas o rectangulares no muy extensas, que se abovedaban con el apoyo muros verticales con arquerías -de medio punto o de herradura- que apoyaba en columnas exentas.
El material con qué se edificaron estas estructuras casi siempre era el ladrillo enfoscado o enlucido superficialmente, salvo las columnas que podían ser marmóreas o de otros tipos de piedra.
Estas bóvedas (de medio cañón, cupuliformes o esquifadas) tenían unos óculos con forma de estrella que comunicaban los baños con el exterior para permitir el paso de luz natural y evitar las condensaciones del vapor de agua. Por otro lado, las formas curvas de estos abovedamientos ayudaban a que el vapor que condensaba – a pesar de los agujero citados- no cayera en forma de goterones al suelo sino que las gotas escurriesen lentamente por las paredes hasta llegar al suelo.
La decoración mural de las paredes y las bóvedas de las estancias se basaba en motivos geométricos sencillos pero coloreados lo que, junto a la luz tamizada y tenue que dejaban pasar los óculos estrellados, creaban un ambiente sosegado y acogedor que invitaba a permanecer largos ratos conversando entre los bañistas.
Extensión de los baños al periodo cristiano
Muchos de los baños construidos en Al-Andalus durante el Periodo Taifa y otras épocas de dominio islámico cayeron en desuso o fueron destruidos tras la reconquista cristiana. Los aguerridos hombres del norte no tenían tanta afición a la higiene a lo que se unía el frecuente rechazo religioso cristiano -de la Edad Media- a la impudicia del desnudo. No obstante no todos desaparecieron y algunos siguieron siendo empleados.
Fuente: "Baños de Al-Andalus", En arteguias. http://www.arteguias.com/banosalandalus.html